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Es una agradable experiencia el poder compartir con ustedes este Blog, espero sea de gran ayuda en el campo de la Educación Ambiental. Muchos de los datos presentados corresponden a varios aspectos relevantes de la isla de Puerto Rico. La patria que me vio crecer y en la que contribuyo a su bienestar a través de mi profesión y mi colaboración como ser humano por una mejor calidad de vida.
Diana Vega Ruiz, Ed. D.

jueves, 4 de septiembre de 2008

Artículo publicado

Revista Mosaico: Tu Nueva Revista (2008)
Año I Vol. 2
Sección: Educación y Ambiente
Tema: Zona Costera

Durante el realismo clásico en la antigua Grecia, Aristóteles promovía la investigación basada en la observación de su entorno. Mediante esta observación se clasificaba y se formulaban los postulados con el propósito de describir, definir los elementos naturales y los componentes en contexto. Entre las implicaciones de la filosofía del realismo se propiciaba el conocimiento de las leyes que facilitaba al hombre adaptarse a su entorno natural, a su ambiente compuesto de recursos naturales y a disponer de la mejor manera de estos para su convivencia terrenal. Un proceso de observación que nos permite admirar aquellos detalles que nos ofrece los recursos naturales.
Si consideramos un recorrido panorámico desde Barceloneta a Isabela por el litoral norteño quedamos maravillados de los secretos de su formación geográfica de hace 12,000 años, de su belleza ondulada bañada por las aguas del Atlántico. Un ambiente biofísico compuesto por dunas, humedales, arrecifes y diferentes tipos de playas. Playas que podemos disfrutar en un fin de semana, en el tiempo de verano o más aún durante los 365 días. Por ser éste un territorio rodeado de agua por todas partes se define el litoral por una línea divisoria entre la franja de terreno y las aguas del suelo oceánico. Dunas producto del viento constante, además del movimiento de las mareas y el oleaje del depósito de arena hacia la costa.
Al observar hacia el horizonte apreciamos la unión del mar y el cielo, del mar y el Sol en el atardecer y nuevamente al amanecer de forma espectacular, por muchos añorada o desconocida; que sólo se admira por aquellos que bordeamos la costa. Un habitáculo costero de una belleza natural comprendida de uvas playeras, palmas de coco, almendros, emajaguilla, hierbas conocidas como matojo de playa, yerba de sal y bejucos. Sin obviar el hermoso manglar entre las aguas salobres con especies inigualables de mangle rojo, mangle negro, mangle blanco y el mangle botón. Una fauna excepcional de cobitos, cangrejos, tortugas marinas y lagartos, entre otros. Aves como la gaviota, las garzas, yaboas y el ruiseñor que brindan una armonía musical de paz a nuestro espíritu.
Una costa que se distingue por una diversidad de actividades económicas y sociales de valor turístico y recreativo. Sin embargo, erosionada por fenómenos atmosféricos y amenazada por el hombre. Construcciones ilegales tanto residencial como comercial, suelo que desprenden día a día de sus entrañas y se moldea a su discreción con la acumulación de relleno. Un litoral en la que se arroja desperdicios sólidos, derrames de combustibles, descargas tóxicas, la contaminación termal producto del agua utilizada para enfriar las turbinas de las plantas termoeléctricas, además de las plantas de tratamiento de aguas usadas con descargas al mar.
Tan reciente como en el mes de marzo tuvimos altas marejadas y olas de alrededor de 10 a 20 pies; quizás por muchos nunca vistas. Curiosamente se observaba detenidamente como las olas llegaban y azotaban fuertemente la costa. Un fenómeno natural que causó mucha sensación, pero también destrucción, además de traer consigo mucha basura compuesta en su inmensa mayoría por plásticos y productos sanitarios. Un elemento sólido producto de la obra del hombre, que paulatinamente contribuye a la destrucción de la ecología.
Debemos reflexionar de esta riqueza natural de nuestras costas y nuestras playas para tomar la acción correspondiente en beneficio de su protección y su conservación. Según enriquecemos el espíritu con su belleza también podemos propiciar una conciencia ciudadana, en beneficio del presente y del futuro para nuestras próximas generaciones.

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